viernes, 19 de marzo de 2010

CONCLUSIONES

La Teología De La Liberación no ha muerto, pero sí está bastante venida a menos. Ya no tiene toda la atención que antes se le prestaba. Pero está proyectándose en otras alternativas teológicas como medio de mantener una presencia. Están la “teología india” sobre todo en México y Brasil, que se inspira en toda la reivindicación propuesta por la TdL. Están también las diversas “teologías feministas” que han recogido de la TdL la dialéctica del opresor-oprimido. Y en algunos casos también se plantea la existencia de una “eco-teología” que es un sincretismo entre teología y ecología, en orden a que la tierra también es una oprimida por la actividad destructora y avasalladora del capitalismo o del neoliberalismo. Son instancias que de alguna manera mantienen todavía con cierta vigencia a la TdL, pero que ya se apartan un poco de lo que fue la TdL en su momento más clásico.
La Teología De La Liberación ya no es tan peligrosa como hace unas décadas debido a que las cosas erróneas que señalaron no han sido rectificadas. Sus autores en general no han rectificado prácticamente nada de lo que han dicho y si bien es verdad que ahora tocan otro tipo de temas, rectificación de los puntos equivocados que se vieron en los comienzos no ha habido.
Para la Teología de la Liberación no hay contradicción entre esta exigencia de democracia moderna y seglar y el compromiso de los cristianos en el ámbito político. Se trata de dos enfoques diferentes de la relación entre religión y política: desde el punto de vista institucional es imprescindible que prevalezcan la separación y la autonomía pero en el ámbito ético-político el imperativo esencial es el compromiso.

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